Música Góspel
La
música góspel, música
espiritual o música evangélica, en su definición
más restrictiva, es la música religiosa
estadounidense que surgió de los cientos de iglesias protestantes o evangélicas
afroamericanas en el siglo XVIII y que se hizo muy popular durante la década de
1930. Más generalmente, suele incluirse también la música religiosa compuesta y
cantada por cantantes cristianos sureños, independientemente de su etnia.
La
música góspel, a diferencia de los himnos cristianos, es de carácter ligero en
cuanto a música. La palabra gospel se deriva del vocablo anglosajón godspel
(lit. palabra de Dios), el cual se emplea para referirse a los evangelios. A
esta forma de cantar se la denominó de esta forma debido que era un canto
evangélico para invitar a las personas hacia Dios. Las letras suelen reflejar
los valores de la vida cristiana.
La
fuerte división entre blancos y negros en EE. UU., especialmente entre iglesias
de blancos y las de negros, ha mantenido separadas ambas ramas del góspel,
aunque esta separación nunca fue absoluta (ambas parten de los himnos
metodistas y los artistas de una tradición cantan a veces canciones de la
otra), y dicha separación ha disminuido ligeramente en el último medio siglo.
Aunque
la música góspel es un fenómeno estadounidense, se ha extendido a lo largo del
mundo.
Es
un género musical caracterizado por el uso dominante de coros con un uso
excelente de la armonía. Entre los subgéneros se incluyen el góspel
tradicional, gospel negro, sureño, etc. Hoy en día hay varios subgéneros
llamados góspel.
La
cantante, guitarrista y compositora Rosetta Tharpe fue la primera gran estrella
de la música góspel, durante la aparición de la música pop en la década de 1930
y permaneciendo en la fama durante la década de 1940 con cientos de seguidores.
Historia
La
música góspel nace de la tradición de «espirituales negros», una música
inspirada en el sufrimiento de generaciones de esclavos africanos que fueron
arrancados de su tierra y deportados a los actuales Estados Unidos, bien por
los ingleses, o bien por los estadounidenses blancos tras la independencia y
creación de los Estados Unidos. La música se remonta a 1619, fecha en que el
primero africano llega a la colonia de Virginia (Estados Unidos), todavía una
colonia inglesa. La primera noticia de un esclavo que se bautiza como cristiano
viene del año 1641 en Massachusetts (Estados Unidos), todavía una colonia
inglesa. Muchos de los negreros ingleses, predicaban la fe cristiana
protestante, en sus cientos de modalidades, solo para mantener sumisos a sus
cautivos («los mansos heredarán la tierra»). Los intereses comerciales, un
clima político favorable al lucrativo tráfico de seres humanos, y la religión
dan la mano para impedir la rebelión de los oprimidos.
No
obstante, la historia sugiere que una interpretación exclusivamente política no
basta para explicar la conversión masiva de los africanos al evangelio de
Jesucristo.
Estos
inmigrantes forzosos traen consigo un estilo musical propio. Una vida
comunitaria basada en la música y el baile, siempre dirigido por una percusión
insistente, se incorpora al rito de la recién descubierta fe cristiana. El
canto se acentúa con la animada participación de los oyentes (exhortaciones,
palmas, baile improvisado). Poco a poco la música eclesiástica blanca, europea,
estéril —a oídos de estos nuevos conversos— se transforma, y nacen los llamados
«espirituales negros».
Como
señala Antonio Southern, catedrática de Música y Estudios Afroamericanos de la
Universidad de Harvard (EE. UU.), la melodía de los espirituales suele ser
modal o pentatónica, con una constante improvisación melódica y textual. Hay
frases musicales que se repiten con variaciones, dirigiendo el cantante
principal y haciendo eco el coro, creando un patrón de llamadas y respuestas,
siempre marcado con un pulso implacable.
Otra
característica del género autóctono que los esclavos importan es la balada, la
narración —la tradición oral de la tribu— de las hazañas de los héroes
antiguos. Este aspecto se incorpora en los nuevos contenidos cristianos. Los
héroes del Antiguo Testamento, como Abraham, Josué, Gedeón, y Daniel forman
parte del panteón musical. Cruzar el río Jordan se equipara con pasar del
sufrimiento de esta vida a la felicidad celestial. El carro que lleva a Elías a
la gloria sirve de emblema, y los esclavos piden que Dios mande su carro para
llevarlos a ellos también. El ejemplo de Daniel, que sobrevive en el foso de
los leones, aviva una esperanza que vence el temor.
Además
del recuerdo de los héroes de la Biblia, los espirituales negros sirven para
que los esclavos se comuniquen en clave y burlen la vigilancia del amo. También
recogen aspectos de la época como el «ferrocarril subterráneo», nombre con que
se describe la cadena de ayudantes clandestinos que con pisos francos y
documentos falsificados propician la huida de los esclavos de las plantaciones
de algodón sureñas a las ciudades norteñas y libres. Temas como «Mantén
encendida la lámpara» (señal que indicaba una casa segura), y el pulso
implacable de la percusión que hace eco del ruido del tren.
Los
espirituales negros evolucionan en música góspel propiamente hablando, con la
incorporación de una instrumentación y armonización más sofisticadas. La música
ya no se limita a temas modales y pentatónicos, aunque las raíces africanas
siguen notándose. Ahora la tradición oral se centra en la persona de
Jesucristo. La palabra gospel se deriva del vocablo anglosajón godspell, que
significa «palabra buena», traduciendo el término bíblico griego euangelion,
«buena noticia». Los esclavos consideran que la mejor noticia de todas es el
evangelio de la salvación en Jesucristo. Si bien los amos propagan la fe para
mantener a las masas embrutecidas, muchos de los que componen esas masas ahora
ven en Jesús el mayor de todos los héroes antiguos, y cantan de su amor, su
poder, su sufrimiento, y su cruz.
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