Son
Ya con elementos de música bantú y española, el son surge en Guantánamo, Baracoa, Manzanillo y Santiago de Cuba, a finales del siglo XIX. En 1892, el tresista de origen haitiano Nené Manfugás lo lleva del monte a los carnavales de Santiago de Cuba. Cuentan que el son se trasladó de Oriente a La Habana sobre 1909, tocado y cantado por soldados. Ese proceso de transculturación determinó la entrada de la rumba en la región oriental de la isla. El auge sonero se debió, no obstante, a su incorporación en el pentagrama de las orquestas danzoneras y, sobre todo, tras el surgimiento del Sexteto Habanero (posteriormente Sexteto Nacional) en 1920, año en que también llega a Cuba la radiodifusión comercial, y favorece el desarrollo y la popularización del son. Uno de sus principales cultivadores fue el Septeto Nacional de Ignacio Piñeiro, con su popular número Échale salsita, considerado por muchos la primera vez que se usó la palabra salsa para denominar a la música caribeña.
Aquellos primeros sones eran ejecutados por grupos que utilizaban guitarra, tres, bongó, botija o marímbula (luego contrabajo), claves y maracas. En busca de una mayor sonoridad, después añadieron al menos una trompeta.
El son ha reunido numerosas variantes o modalidades, algunas con personalidad casi independiente, que han engrosado la historia del género: son montuno, changüí guantanamero, sucu-sucu (originario de la Isla de la Juventud), ñongo, egina, son de los permanentes, bachata oriental, son habanero, guajira son, guaracha son, bolero son, pregón son, afro son, son guaguancó, mambo y cha-cha-chá.
Y no solo brilló el son, sino que originó otros géneros (principalmente la salsa) que igualmente han conquistado un público dentro y fuera del país; sin embargo, el cubanísimo son aún es interpretado por agrupaciones tradicionales de Cuba, República Dominicana, Puerto Rico y Venezuela.
De cualquier manera, todo cubano considera que «el son es lo más sublime para el alma divertir», como le cantó a este género Ignacio Piñeiro en su pieza Suavecito. Otros autores que dejaron su impronta en el género son, entre los más destacados: Miguel Matamoros, Sindo Garay, Bienvenido Julián Gutiérrez, Arsenio Rodríguez (creador del son montuno), Ñico Saquito, Compay Segundo y Rosendo Ruiz. ¿Intérpretes famosos del son de todos los tiempos?, el Trío Matamoros, Pacho Alonso, Ibrahim Ferrer, Roberto Faz, Los Compadres, Faustino Oramas, Celia Cruz y la Sonora Matancera, el Septeto Habanero, Antonio Machín y Abelardo Barroso.
Historia
Los sones más antiguos conocidos datan del Siglo XVI como el Son de la Má Teodora, posiblemente de 1562 interpretado por dos hermanas dominicanas, Micaela y Teodora Ginés.
Presenta elementos de música bantú y música española. El son en su estructura surge en Guantánamo, Baracoa, Manzanillo y Santiago de Cuba a finales del Siglo XIX. En 1892, el tresista de origen haitiano Nené Manfugás lo lleva del monte a los carnavales de Santiago de Cuba.
Con el establecimiento en la década de 1920 de la radiodifusión comercial, comenzó el auge y popularización del son, siendo el Septeto Nacional de Ignacio Piñeiro, uno de los principales representantes de esta época. Ignacio Piñeiro es el creador de Échale salsita, probablemente la primera vez que se usó la palabra salsa para denominar a la música caribeña.
La burguesía cubana detestó el nuevo género que encontraba adeptos en accesorias y solares donde residían las capas populares. El gobierno incluso llegó a prohibirlo, acusándolo de inmoral, pero pronto ganó espacio hasta en los más refinados salones de baile, mientras las casas editoras de discos le daban una difusión ilimitada.
Aquellos primeros sones eran ejecutados por grupos que utilizaban [guitarra, tres, bongó], botija o [marímbula (luego contrabajo), claves y maracas. En busca de una mayor sonoridad, posteriomente añadieron al menos una trompeta.
Diversas modalidades o variantes han engrosado la historia del género. El Son Montuno, el changüí guantanamero, el Sucu-suco de la Isla de Pinos, el ñongo, la regina, el son de los permanentes, la bachata oriental, el son habanero, la guajira son, la guaracha son, el bolero son, el pregón son, el afro son, el son guaguancó, mambo, Cha-cha-chá, son diversas personalidades del género.
Una variante de canción influenciada por otros ritmos, sobre todo el son, se desarrolla bajo el nombre de tango congo a partir de la década de 1920, tipificando de esta manera lo negro en el ámbito de la zarzuela cubana.
El son evolucionó dando origen a otros géneros (principalmente la salsa), sin embargo es aún interpretado por agrupaciones tradicionales en Cuba, República Dominicana, Puerto Rico y Venezuela.
Género vocal e instrumental bailable, rey casi absoluto de fiestas campesinas y urbanas. Bailable por excelencia, nació del pueblo desde su raíz montuna hasta sus más contemporáneas manifestaciones, y se enraizó en el gusto popular. Ha sorteado con éxito todas las épocas, gracias a su constante transformación en su sonido y estilo. Parte como principio básico en su estructura, de la alternancia entre un elemento recurrente: el estribillo, y la copla, fundamental octosílaba, de función descriptiva e improvisatoria. El estribillo en ocasiones suele presentarse de manera muy breve, a veces unas pocas palabras, o pequeñas frases: Sí, señor, como no, o en cortas estrofas como la tan familiar de Miguel Matamoros: Tú me quieres dejar / yo no quiero sufrir / contigo me voy mi santa / aunque me cueste morir.
A pesar de los indiscutibles valores y arraigo popular de no pocos géneros musicales cubanos, difícil sería comparar a alguno de ellos con la huella que, a lo largo de muchas décadas, ha dejado el son en la historia de la música cubana. Mezcla del blanco y del negro, síntesis de melodías y ritmos europeos y africanos, ningún otro ritmo ha tenido tantos y tan destacados cultores: cantantes, compositores, arreglistas y agrupaciones vocales y orquestales de todo tipo.
Importantísimos compositores firman las obras registradas en este género. Además del imprescindible Ignacio Piñeiro —no solo por su obra autoral, sino por lo mucho que contribuyó a la difusión del son al frente de su Septeto y de otras agrupaciones—, están también el pianista y compositor Lilí Martínez Griñán, Fajardo y el propio Benny Moré, entre otros.
Tal ha sido su importancia para la música cubana, que ha generado variantes en distintas regiones del país y se ha añadido a otros géneros como el danzón y el bolero; además, se ha incorporado al jazz latino y utilizado como base rítmica de numerosas piezas de la cancionística. Trovadores como Sindo Garay, José Antonio Méndez, Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, han utilizado al son para componer algunas de sus más hermosas canciones. Los sones más antiguos conocidos datan del siglo XVI, por ejemplo: el Son de la Má Teodora, posiblemente de 1562, interpretado por dos hermanas dominicanas: Micaela y Teodora Ginés.
0 comentarios:
Publicar un comentario